Praga

Ciudad de Bohemia


Como ya sabéis, en agosto de 2014, y casi en el último momento, decidimos viajar a Viena y Praga. Considero que por su cercanía, merece la pena ver estas ciudades juntas.

Hay gente que también incluye Budapest en este trayecto. Nosotros sólo disponíamos de una semana, y una semana es muy justo para ver las tres ciudades. Por el contrario, es ideal para ver la capital austriaca y la checa.

A pesar de su cercanía, Viena y Praga son dos mundos diferentes. Si os gusta la historia, la majestuosidad, el orden y la tranquilidad, Viena es vuestra ciudad.

En cambio, Praga aunque tiene mucha historia, es un destino turístico por excelencia, bastante masificado y poco tranquilo. Eso sí, merece la pena visitarla, por lo menos, una vez en esta vida. 

En nuestro caso, dejamos Praga para el final, y así aconsejo hacerlo.



  • Cómo llegar a Praga

Probablemente llegaréis al aeropuerto de Ruzyne. Lamentablemente, no os puedo ayudar porque como os he dicho antes llegamos desde Viena, y lo hicimos en autobús.

Hasta el último momento estuvimos barajando la posibilidad de llegar a Praga en tren. Pero el tren es el doble de caro que el autobús, y eso fue decisivo. El autobús era muy cómodo, con pantalla de televisión en cada asiento, música y desayuno incluido. Para los que estáis considerando esta opción,  pinchad aquí.

El autobús también tiene wifi.

  • El tiempo en Praga

En Praga pasé un frío de narices. Siendo agosto salí de mi casa con la manga corta, las sandalias y la típica chaqueta de "por si refresca". Al llegar a Praga, casi muero al bajar del autobús, por no hablaros de lo que me tuve que gastar en bambas, sudaderas y chaquetas. Y total, para ir todo el día hecha un adefesio, con el vestido de verano, y la sudadera por encima.

No era el tiempo habitual, obviamente. Porque en agosto, la humedad y la ciudad masificada de turistas hacen la estancia casi insoportable.

Para los más atrevidos, y para los que queréis visitar Praga en invierno, si pasáis de 0º, os podéis considerar afortunados. 

Por lo tanto, lo mejor: viajar en primavera u otoño.


  • El alojamiento en Praga

    Praga es una ciudad muy pequeñita, que se puede recorrer fácilmente andando, pero os recomiendo alojaros en el Distrito 1 ó en el 2. Sí, así dividen la ciudad.

    Probablemente os dirán que, en concreto, lo mejor es alojaros cerca del famoso Puente de Carlos, o más bien conocido como Karlûv Most. Lo cierto es que alrededor del Puente Carlos es donde se cuece todo el ambiente, pero eso sí, es una zona algo más cara y depende del hotel en que os vayáis a hospedar, debéis tener en cuenta que el ruido es constante, y eso fue nuestra cruz en este viaje.


    Praga, además, es de las pocas ciudades dónde los turistas pueden alojarse en un barco. Así es. Concretamente, hay dos barcos hoteles (boteles): El Botel Albatros y el Botel Admiral, por precios asequibles, y relativamente bien situados.

    Para situaros, hay ciertos nombres que debéis empezar a conocer. Tenéis que saber que dentro de Praga podemos encontrar la Ciudad Vieja o Staré Mésto,que es dónde aconsejo que os alojéis, y que es la zona dónde se encuentra, por ejemplo, la Plaza Vieja o el Reloj Astronómico. A modo de ejemplo, Praga 1 forma parte de la Ciudad Vieja.

    La Ciudad Nueva o Nové Mésto es lo que transcurre más allá de la Ciudad Vieja. Y, por último, está el barrio de Malá Strana, cerca del Moldava, y desde dónde podréis ver la Isla de Kampa.

    • Los precios en Praga
    Os dirán que Praga es una ciudad muy barata, pero hay que tener en cuenta que los precios han subido en los últimos años considerablemente.

    Sí que es cierto que nos pareció una ciudad bastante más barata en comparación con Viena, pero el precio de un café, de un desayuno, de un menú y de una entrada cualquiera sigue siendo como España.


    • Cambiar divisas

    En la República Checa no funcionan con el Euro, sino con la Corona Checa. Aproximadamente 1 € = 28 CZK.  

    ¡Ojo! En Praga no faltan los estafadores. Están en todas partes y en especial en las casas de cambio. Es muy frecuente que al ir a cambiar divisas pretendan quedarse con una parte considerable de vuestro dinero (la mitad, por ejemplo). Debéis llevar los cálculos hechos de antemano y si no os parece bien lo que os ofrecen tenéis que quejaros. Entonces empezaréis una serie de regateo con ese pequeño estafador que está al otro lado del cristal, hasta que al final os proponga esa maravillosa tarjeta VIP, que únicamente te dan a ti como "cliente altamente considerado" y que significa que te van a dar la totalidad del dinero que te corresponde, en Coronas Checas....



    Miércoles, 13 de agosto de 2014


    Llegamos a Praga por la tarde en autobús. Lo primero que teníamos ganas de hacer era fumar un cigarro al bajar del autobús. Mala idea. No se puede fumar en las cercanías de las estaciones en Praga, así que tuvimos que andar unos cuantos metros, para poder disfrutar del dichoso cigarrillo.... Malos vicios..

    Necesitábamos cambiar divisa, pero en la estación de autobús de Praga parecía misión imposible con aquellas colas considerables. Por otro lado, necesitábamos coger el Metro para llegar al centro, pero sólo teníamos euros. Así que optamos por esa solución, tan poco moral, tan poco ética y tan arriesgada y emocionante. Lo habíamos hecho en todas las ciudades italianas y vimos la posibilidad de hacerlo en la capital checa. Así que sí, nos colamos en el metro puesto que la vigilancia y los controles eran totalmente nulos.

    A nuestra llegada al centro, y cerca del Puente Carlos entramos en una casa de cambio, con un rótulo amarillo, para cambiar divisas. Intentaron estafarnos. No empezábamos bien nuestra estancia en Praga, y efectivamente lo siguiente fue darnos cuenta que lo que nos habían vendido como Hotel era más bien un Albergue y que la habitación, dónde cabíamos a duras penas estaba en la planta baja, al lado de la cocina dónde se permitía hacer botellón, y frente a una enorme sala dónde cuatro adolescentes tocaban la guitarra. Ganas de llorar, nivel leyenda. Para que no cometáis nuestro mismo error, no os aconsejo ese alojamiento llamado Ritchie's Hostel & Hotel.

    Pero bueno, dicen que al mal tiempo buena cara, (y nunca mejor dicho, porque hacia mucho frío y llovía bastante), así que salimos a dar un paseo por los alrededores. Como nos gusta consolarnos con comida, nos compramos un buen croissant y tiramos hacia el Puente Carlos, al que teníamos a muy pocos metros de ese lugar llamado Hotel.

    Con la guía Anaya en la mano (para estancias cortas, no solemos llevar la Lonely Planet) nos animamos a realizar un paseo de una hora que la misma aconsejaba, y que tenía como origen el Puente.


    En el Puente Carlos

    El Puente Carlos, aunque abarrotadísimo de gente, es una obra maestra. Mide medio kilómetro, pero siempre se ve lleno de turistas. Por todo el Puente se alzan decenas de réplicas de estatutas y, a lo lejos, se puede ver,  el Castillo. A esto hay que sumarle los artistas que se posan a lo largo de él. Violinistas, guitarristas, cantantes, etc. que en su mayoría tocan canciones que todos conocemos.


    En el Puente Carlos

     
    En el Puente Carlos


    En el Puente Carlos


    Pararse y escuchar un rato a cada grupo era muy tentador, pero queríamos llegar a Malá Strana, la zona que hay al otro lado. Dimos muchas vueltas por los alrededores del Puente, dónde pudimos ver curiosos jardines, y preciosas terrazas situadas a la vera del  río Moldava (aunque no exentas de mosquitos).


    En Malá Strana


    Pudimos ver la Isla de Kampa y hasta el exterior del Teatro Nacional, pero estando algo perdidos por esta zona, se nos encendió la bombillita.



    U Fleku

    Me percaté de que estábamos cerca de un bar emblemático que figuraba en todas las guías y en todos los foros de Internet. Me habían hablado de esa cervecería llamada U Fleku aunque no había prestado mucha atención porque, francamente, no me gusta la cerveza. 

    Pero ya que el destino nos puso cerca de ella, tomamos una de las decisiones más acertadas de este viaje, ¡la cervecería es realmente espectacular! La entrada, más digna de una vieja casa que de una cervecería, poco tenía que ver con el escenario interior. La cervecería es muy, muy, muy grande, con varios salones para comer, aunque la mayoría de la gente (casi todos, checos) se agolpaban en el patio interior, en esas enormes mesas de madera dónde se servía cerveza.

    De poco sirve que queráis un agua, un zumo o un refresco, porque sin ni siquiera preguntar, el camarero nos puso delante de los morros una cerveza negra. Aunque debo confesar que con las mujeres son más flexibles, y podéis pedir algo que no sea cerveza, a riesgo de parecer una loca disidente.


    U Fleku


    U Fleku

    No recuerdo con exactitud el precio, pero era bastante asequible, atendiendo a la cerveza y al lugar. Quiero aprovechar para alertaros a tod@s los que me estáis leyendo que, en esta ciudad, la propina es obligatoria. Lo habitual es un 10% del precio total, pero obviamente, queda a vuestra discreción. 

    Cuidado con los chupitos que os pueden ofrecen (tanto en el U Fleku como en otros bares), como el de la foto de arriba, porque no invita la casa y os lo van a cobrar después.

    Os encontraréis algunos lados en los que la propina ya viene incluida en el ticket o en los que incluso, el camarero os recuerda lo bien que habéis sido tratados y lo que cree que merece de propina. 


    Casa Danzante

     

    Con el río Moldava a mano derecha, caminamos hacia nuestro próximo objetivo, muy cerquita de dónde habíamos estado: La Casa Danzante.  Aunque muy difícil de fotografiar (porque justo a sus pies hay un cruce transitado, lo que dificulta que nadie salga en la foto), la imagen es curiosa. Esta obra de arte, que no tiene más de 20 años, es un emblemático y curioso edificio que, como su nombre indica, parece estar bailando. 


    Casa Danzante


    Casa Danzante

    Justo delante de la Casa Danzante, y paralelo al Karluv Most, veréis el Puente Jiraskuv, no tan emblemático y bonito como el primero, pero digno de ver si vais a ver la Casa Danzante.

    Mi amiga María dice que siempre me cunde mucho el tiempo. Y ahora que lo pienso, debe ser cierto. Puesto que a pesar de que ya estaba oscureciendo, tuvimos tiempo de hacer otra parada en un lugar, capricho mío, llamado Café Slavia o Kavárna Slavia.

    Si dejáis la casa danzante a vuestra espalda, y camináis sin cambiar de cera, la veréis en un cruce, haciendo esquina. Aunque la cafetería, de todos modos, es inconfundible. Su majestuosidad nos recordaba a las cafeterías de Viena. Pero había una diferencia considerable: el precio aquí era mucho menor y además, se podía fumar.


    Café Slavia

    Nos encantó este lugar, desde el piano al fondo del restaurante, hasta la pulcritud de los camareros, pasando por los espectaculares baños. Entendimos entonces por qué de este lugar nos hablaba la guía tanto. Para mí, es una parada obligatoria.

    De hecho, el Café Slavia, fue una de las cafeterías más regentadas en los años treinta y quizás por ello hoy en día sea la más famosa de Praga. Sólo falta girar la mirada hacia la calle, y ver cómo circulan los tranvías, para tener la sensación de que el tiempo no ha pasado.

    Estuvimos muy a gusto y muy calentitos aquí dentro. Agradecíamos enormemente tener wifi, lo que alargó nuestra estancia en el bar. Al salir, ya había oscurecido y casi era hora de cenar.

    Paseamos por Malá Strana dónde hay multitud de restaurantes. Debo decir que en su mayoría, y ya desde fuera parecían bastante caros. Afortunadamente, casi a los pies del Puente Carlos y delante de la Plaza de Mala Strana, encontramos una pizzería bastante asequible, bajo unas arcadas, con una terracita pequeña dónde todas las mesas tenían velitas y manteles de cuadros, a lo picnic. Desconocemos el nombre, pero había un cartelito dónde ponía : Bar Pizza Café.

    Aunque no destaca esta pizzería por nada en especial, si vuestro presupuesto es ajustado, y os apetece comer una pizza como la que os comeríais en el restaurante de abajo de vuestra casa, este lugar es el indicado. Los camareros son agradables y el servicio es bastante rápido.


    En el Puente Carlos de noche


    Volvimos caminando hacia el famoso Puente Carlos. ¡Pasaréis mil veces por él! Creo que aunque es bonito durante el día, todo su esplendor llega al caer la noche. Las farolas iluminan el puente y, a la vez, se puede ver el castillo iluminado a lo lejos. Quizás en aquel momento entendí esa magia de Praga que hace que miles de turistas visiten la ciudad cada año. Desde luego, la capital checa parece sacada de un cuento de hadas.

    Anduvimos buscando un lugar para tomar algo. Pero yo ya sabía como iba a acabar eso, porque mientras decidíamos avanzábamos más y más metros y casi cuando nos dimos cuenta ya estábamos en las puertas del hotel. Debo confesar que no me gusta salir por la noche, y en parte trataba de obligarme para ver qué se cuece en los pubs de la capital. Finalmente, caímos rendidos en la cama.

    Jueves, 14 de agosto de 2014


    Habíamos dormido tremendamente mal con el ruido de los adolescentes en el comedor contiguo a nuestra habitación. Cada vez que duermo mal soy como un niño pequeño, y me esperaba un día duro, de mal humor, de mareo y de aturdimiento entre otras cosas.

    Hoy tocaba visitar la Plaza de la Ciudad Vieja y, en especial el Reloj Astronómico.  Afortundamente, apenas teníamos que andar cinco minutos desde el hotel para llegar. Se puede decir que la ubicación era lo único bueno de nuestro alojamiento.

    Iglesia del Tyn
    Lo primero que queríamos ver, era ese pequeño espectáculo que ofrece el Reloj cada vez que toca a las horas, pero como todavía quedaban veinte minutos para las diez, nos fuimos a desayunar al Starbucks que hay justo delante. 

    Reloj Astronómico
    Café en mano, nos hicimos hueco entre la multitud observando el Reloj medieval. Debéis saber que la principal función del reloj, que data del siglo XV no era dar las horas como tal, sinó representar las órbitas del Sol y la Luna. Y hasta aquí la explicación de por qué se le llama Reloj Astronómico.

    Dice la leyenda que está construido con tal precisión y complejidad que dejaron ciego al maestro relojero para que no volviera a construir un reloj igual.

    A las diez en punto, esta obra maestra no nos decepcionó. Empezaron a salir los doce apostoles del Reloj, y desfilaron alrededor del mismo, mientras la pequeña figura de un esqueleto tiraba de una cuerda hasta que todos volvieron a esconderse. Los turistas entusiasmados, aplaudían a los pies de la Torre, con la esperanza de volver a verlos a las once.

    Aprovechamos para subir a la Torre del Reloj. La cola es considerable, y quizá tengáis que esperar algo más de media hora. En cualquier caso, esperar en la Plaza de la Ciudad Vieja no es para nada aburrido. El espectáculo es variopinto: desde Boy Scouts, a manifestaciones, pasando por una novia cuyo vestido blanco era de dudosa calidad.

    Para subir hay que pagar unas 60 CZK y se puede hacer hasta las 18h. No cierran ningún día de la semana. Dado que para subir a la Torre, hay que entrar por el Antiguo Ayuntamiento, no os debe extrañar pasar por una serie de pasillos que dan a las oficinas y salones del mismo. Nos resultó un tanto raro.

    Ascensor al Reloj

    Llegamos hasta un enorme ascensor central que nos llevaría hasta arriba. Sabéis que soy claustrofóbica aunque debo confesar que el ascensor es gigantesco, con lo que no tuve sensación de estar encerrada en ningún momento.

    De todos modos, la bajada si que la haríamos por las escaleras, aunque para la fortuna de todos, hay pocas y son muy llevaderas.

    Llegar al mirador de la Torre es una de las mejores sensaciones del viaje. Vale,es cierto que adoro los miradores. Como en cualquier mirador, las vistas de la ciudad eran sensacionales. Pudimos ver el Castillo a lo lejos y la Torre de la Pólvora, pero lo mejor de todo era ver cómo los turistas se agolpaban, pequeñitos, ante el Reloj.


    Castillo
    Turistas en el Reloj Astronómico
    Plaza Vieja


    Ésta sería una de las mejores visitas durante nuestra estancia en Praga.

    Nos dejamos perder por las maravillosas callejuelas peatonales que rodean la Plaza Vieja. Podemos destacar la calle Karlova, y la calle Celetná, dónde veréis bares y más tiendas pintorescas y en cuyos rincones podéis ver alguna que otra actuación.


    Curiosidades de Praga



    Curiosidades de Praga

     En la misma Plaza Vieja, el ocio también está asegurados con cantautores y músicos en general. 


    En la Plaza Vieja

    En la Plaza Vieja


    Al otro lado, podéis encontrar la famosa Torre de la Pólvora. Por algo se conoce a esta ciudad como la Ciudad de las Cien Torres.

    Sin embargo, la Torre de Pólvora, poco tiene que ofrecernos como turistas, teniendo en cuenta que la Torre del Reloj, a la que tiene cerca, le hace sombra. Es por ello que la mayoría de turistas, que ya vienen de haber visto la panorámica desde la primera torre, no suben a la Torre de la Polvóra. En cualquier caso, se puede subir hasta las 18 horas más o menos (dependiendo del mes en que os viajéis) y la entrada cuesta unos 90 CZK.




    Torre de la Pólvora


    Al otro de la Torre nos esperaba la Plaza de la Libertad. Con un aire más moderno, la Plaza de la Libertad alberga supermercados, mercadillos de fruta ambulantes y el Centro Comercial Palladium. Decidimos entrar a pegar un vistazo. Las tiendas no nos eran desconocidas: H&M; Mango, etc. El Centro Comercial es una buena opción si fuera hace frío, como era nuestro caso. Éste fue el motivo por el que decidimos comer en la planta superior dónde estan todos los restaurantes.

    Palladium

    Elegimos un japonés (Restaurante Makakiko), dónde se podía comer dentro (cogiendo comida de las cintas transportadoras de platos) o en las mesas que habían colocado en el pasillo para aquellos que preferían comer algo de variedad colocada en pequeñas cajas de madera. Nos decantamos por lo último. El precio estaba muy bien, así que si planeáis comer aquí, os lo recomiendo.

    Restaurante Makakiko


    Como oficialmente estábamos de vacaciones, volvimos al hotel para pegarnos una siestecita, y salimos por la tarde, algo más abrigados. Dimos un paseo por nuestra calle, Karlova, mayormente ocupada por galerías de arte y tiendas de souvenires. 



    Calle Karlova


    Calle Karlova

    Volvimos a la Plaza Vieja porque por la mañana habíamos visto algunas paradas y chiringuitos de comida que nos resultaba extraña a nuestros ojos. Nos decantamos por comernos este pincho de patata tan sabroso que compramos en una de las paradas que hay.


    Paradita en la Plaza Vieja

    Patata frita


    Hasta que no pudimos aguantar el frío y la lluvia y no nos quedó otra opción que hacer alguna actividad de interior: ir a ver una sesión de Teatro Negro.

    Teatro Negro

    Habíamos oído hablar del Teatro Negro como algo que es obligatorio hacer en la capital checa. Aunque hay hasta cinco teatros situados por la ciudad, elegimos el que estaba en Karlova, nuestra calle, llamado Te Fantastika.

    La obra, la famosa Aspects of Alice, lo que viene siendo Alicia en el País de las Maravillas. No era especialmente barato, recuerdo haber pagado unos 20 € por persona, pero claro, la fama del Teatro Negro nos hizo creer que merecía esta cantidad.

    El resultado: no me gustó.Y no es que fuera algo mío. Todos los espectadores que salieron coincidieron en que aquella obra de teatro era un truño en toda regla. Por lo que el Teatro Negro, queda descatalogado de la etiqueta de visita obligatoria en Praga. 


    Lo que quedaba de tarde la pasaríamos en la Plaza de Wenceslao o Václavské Námestí. Esta plaza no está cerca de la zona en la que nos encontrábamos, pero se puede llegar fácilmente paseando. Leí que algunos viajeros calificaban este lugar como un "Museo al aire libre" y nada más lejos de la realidad. 

    En la Plaza de Wenceslao

    Podemos calificar la Plaza de Wenceslao como el centro neurálgico de Praga. En ella se alzan edificios de varios estilo arquitectónicos y, como si de las Ramblas de Barcelona se tratara, se pueden ver tiendas, más bien de firma, a ambos lados de la calle y multitud de bares y restaurantes.

    Al fondo, podréis ver el Museo Nacional y la estatua de San Wenceslao, que le da nombre a la Plaza. Esto hace que la visita a Václavské Námestí, sea obligatoria.


    Plaza de Wenceslao


    Como mi consumismo no tiene límites cuándo de ropa se trata, entramos en un par de tiendas más y caminamos hasta dejarnos perder por las calles de Praga. Algo cansados, nos dejamos caer en una cervecería llamada Maxim Bar, donde pasamos un buen rato hasta practicamente llegada la noche. 

    Máxim Bar

    Nos dimos el gustazo de cenar en un restaurante muy recomendable, llamado U Zlate Konvice  Estaba muy cerca del Puente, en el lado de Mala Strana (si estáis de cara al Puente, está a mano izquierda).

    Nos llamó la atención la entrada en forma de posada. Estuvimos mirando los precios en una carta que había en la entrada y no nos pareció aberrante, así que entramos. Lo más curioso de este bar es que al llegar, preguntan a todos los clientes por su nacionalidad y, acto seguido, ponen la pertinente bandera en la mesa. 



    Cenando en U Zlate Konvince

    Ya os he explicado que no soy muy asidua al mundo de la noche, pero hicimos un esfuerzo para salir a tomar una copa. Dimos con un pub que, probablemente, es uno de los lugares más animados en los que he ido a tomar una copa. Paradojicámente,  este bar no salía en ninguna guía ni en ningún foro de los que había leído.

    Al principio, su oscuridad y sus matones en las puertas, nos hicieron creer que era un prostíbulo, pero en realidad, se trataba del Bar Coyotes : un auténtico show. Al igual que la película de el Bar Coyote, un conjunto de chicas de atractivo envidiable, desfilaban sirviendo copas y, al tocar la campana, todas se subían a bailar a la barra, con una marcada coreografía al ritmo de Can't Fight The Moonlight. Pienso que aunque no os gusten las mujeres, hay que acudir a este lugar. Para mí, visita obligatoria.


    Bar Coyotes

    Nos tomamos unos mojitos al mismo precio que pagaríamos en cualquier pub de España. El problema es que las camareras no pierden el tiempo, y cuando ven que estás tomando el último sorbo del mojito, vienen a preguntarte qué más vas a tomar, lo que nos obligó a hacer la segunda ronda.


    Bar Coyotes


    El cansancio ya no nos permitía acceder a la tercera, así que volvimos a aquello llamado hotel. El ruido persistía y los adolescentes eran imparables a la hora de hacer botellón. Afortunadamente, estaba tan cansada que me dormí pronto.


    Viernes, 15 de agosto de 2014



    Hoy tocaba visitar el Castillo ¡¡bien!!. 

    Pero antes, y tras cruzar el Puente Carlos, desayunamos en una pequeñisima y cuca cafetería que había justo a los pies del Puente, a mano izquierda, en un pequeño rincón y con una pequeña terracita. Desayunar aquí es obligatorio.


    Cafetería

    Apenas habían tres mesas en la terraza desde la que se veía el Puente, pero debimos ser muy afortunados porque, a pesar de la multitud de turistas que ya paseaban de buena mañana, pudimos tomarnos un café y unas pastitas recién hechas en la terraza. Precio muy asequible.


    Visitar el Castillo también es obligatorio si vais a Praga. Debéis encontrar la calle Nerudova para llegar al castillo. Esta calle es, en sí misma, una visita obligatoria, y su nombre viene dado como homenaje al escritor checo Jan Nerudova, por lo que multitud de las casas que componen esta calle, tienen nombres poéticos (la casa de los tres violines, la casa del cáliz dorado, etc)

    Una vez dentro del Castillo, hay varias estancias que se pueden visitar:


    • El Antiguo Palacio Real
    • El Castillo de la historia de Praga
    • La Basílica de San Jorge
    • Los Tesoros de la Catedral de San Vito
    • El Callejón de Oro
    • La Pinacoteca del Castillo
    • La Torre de la Pólvora (no confundir con la Torre que lleva el mismo nombre y que está situada en la Plaza Vieja)
    • la Catedral de San Vito
    • El Palacio de Rosenberg
    • La Torre Sur de la Catedral de San Vito

    En función de lo que vayáis a visitar, el precio de la entrada varía. En nuestro caso, nos costó 250 CZK, lo que nos dio acceso al Antiguo Palacio, la Basílica de San Jorge, el Callejón de Oro y la Catedral de San Vito.


    El Castillo puede visitarse todos los días de la semana. Lo primero que encontraréis al salir de las taquillas es quizás, la parte más emblemática del Castillo. Así pues, la Catedral de San Vito es de parada obligatoria.   



    Catedral de San Vito
    Ésta constituye la principal catedral de la ciudad, y data del siglo XIV. Sus enormes vidrieras y mosaicos nos recordaron en parte a la Notre Dame de París, por no mencionar las obras de arte que conserva de incalculable valor, aunque su mayor tesoro es la propia tumba de San Wenceslao, quién murió aquí a manos de su hermano.

    Las obras de la Catedral duraron siglos, y no fue hasta el año 1929 cuando se terminó.


    Catedral de San Vito

    Catedral de San Vito


    Catedral de San Vito

    Nuestra próxima parada fue el Callejón de Oro, también de parada obligatoria. Era muy curioso ver todas esas casitas, de diferentes colores, una junto a otra a lo largo de la calle. 


    Callejón de Oro

    Durante siglos estas casitas fueron habitadas por multitud de orfebres, aunque posteriormente serían ocupadas por mendigos. Destaca, entre otras, la casa de Franz Kafka. Kafka fue un escritor judío que nació a finales del siglo XIX. En la actualidad, se le considera uno de los mejores autores de la literatura universal.

    Callejón de Oro


    Al igual que su casa, el resto de casitas están decoradas en su interior con muebles de la época y réplicas de objetos que usaron aquellos quienes las habitaron, lo que le otorga una pizca de realismo a esta visita.

    Callejón de Oro

    Callejón de Oro

    En el Callejón del Oro, cabe destacar un Museo de Armaduras y Armas Medievales, que es gratuito. Si os gusta la historia  y os encantan las armas, os recomiendo muchísimo ir. El Museo de todos modos es pequeñito, y la visita es muy rápida. Por cierto, por unos 3€, podéis probar una ballesta, y tendréis tres oportunidades. ¡Super guay!

    Museo de Armadura

    Cerca, podréis también visitar la Torre Daliborka. Puesto que era una cárcel, el nombre se debe a un joven llamado Dalibor que -según cuenta la leyenda- habría estado en ella esperando la muerte durante un largo tiempo, que aprovechó para aprender a tocar el violín.

    Así pues. esta torre constituye la prisión por excelencia del Castillo de Praga. Cojáis el tour que cojáis con vuestra entrada, en todas se incluye la visita a la Torre, aunque os aviso, es algo escalofriante.


    Torre Daliborka



    Salimos a través de la Muralla y como el día parecía a estar a nuestro favor, sin quererlo ni beberlo pudimos ver el Cambio de Guardia en el Castillo. Por lo visto, el Cambio de Guardia se puede ver cada hora, aunque a las 12 del mediodía se puede ver uno mayor dónde se celebra una ceremonia digna de ver, con izado de bandera incluído.

    La Guardia



    En el Castillo




    Comiendo en Pod Vézi
    Nos quedamos un ratito paseando por los alrededores del castillo y leyendo la guía que llevábamos para ver qué podríamos hacer durante la tarde. Pasear por aquí tiene algo de mágico y es que dada la situación del Castillo, es posible ver toda la ciudad desde él.


    De todas formas, el tiempo se nos tiraba encima y nos habíamos plantado en el mediodía. Aquél dia, comimos en una terracita a los pies del Puente Carlos, cerca de la pastelería dónde habíamos desayunado. El Restaurante Pod Vézí no estaba mal. Veréis que hay varios restaurantes con terraza dónde se puede comer. Aunque la comida no destaca especialmente, podéis comeros un menú a un precio similar al que pagaríais en España. En particular aquí, encontramos un menú por 9,60 €,  que incluía dos platos (ensaladas de primero y carne de segundo). Aunque la llegada de la comida de otros países (pizza, chino, etc) es también una realidad en Praga, podéis degustar platos típicas checos. Nos entristeció mucho saber que, a pesar de las diferencias entre Praga y Viena, la base de su gastronomía es la misma. Y digo que nos entristeció porque no somos muy amantes de la col, pero ellos ¡la adoran!. Además, es también muy típica la carne en todas sus vertienentes, aunque lo más normal es verla acompañada junto a salsas desconocidas o rebozada y acompañada con arroz o puré de patata.
     
    Sabíamos que teníamos que coger muchas fuerzas, porque la tarde que nos esperaba iba a ser durilla. Definitivamente, en Praga hay mucho que ver, aunque no lo parezca.

    Tirando un poco de la historia, habíamos leído que en esta ciudad y durante la Edad Media habían asentadas dos grandes comunidades judías que acabarían integrándose.

    Éstas comunidades nos han dejado en la actualidad un legado de un valor impresionante. Aunque todavía pueden verse judíos en los alrededores del Barrio Judío y en las sinagogas, tenemos que recordar las consecuencias del Holocausto, de lo que hablaremos más adelante cuando os cuente nuestra visita al Campo de Terezín.

    Sinagoga Pinkas
    Lo que quiero deciros es que el Barrio Judío es una visita imprescindible si váis a viajar a Praga. Cuando hablamos del Barrio Judío aludimos especialmente a dos visitas: el Antiguo Cementerio Judío, y las Seis Sinagogas.

    El Antiguo Cementerio Judío está en Praga 1, y por lo tanto, muy cerquita de todos los monumentos y lugares de los que os he hablado anteriormente. Hay que hacer una cola considerable y es necesario llegar pronto porque en invierno cierra a las 16.30 y en verano a las 18h. Por favor, tened en cuenta que está cerrado en sábado. Quizá por ello os recomendaría que empezaráis vuestra visita por las Sinagogas, compréis el ticket allí, y os ahorréis la cola del Cementerio.

    El precio es de 300 CZK. Afortunadamente, el mismo ticket os servirá para las sinagogas. Curiosamente, puede que os pidan algo más de dinero por hacer fotografías (algo que se estila mucho en según que visitas de Praga). Lo que me parece rídiculo puesto que no hay un control posterior de las personas que pueden o no hacer fotos.


    De hecho, una de esas Sinagogas, la Sinagoga Pinkas está pegada al cementerio, y constituye su entrada. En mi opinión, es destacable porque se compone de una gran sala en cuyas paredes se hayan inscritos los nombres y las fechas de nacimiento y muerte de las personas que sufrieron el Holocausto. Al entrar, y por unos diez céntimos, os darán una kipá de papel, a modo de souvenir. De todos modos, si la Sinagoga es sobrecogedora, no os quiero contar como es una vez salís al Cementerio. Y es que éste era el único lugar dónde estaba permitido enterrar a los judíos.

    Sinagoga Pinkas
    Es muy triste ver cómo en el terreno exterior se amontonan, casi una encima de otra, casi 12.000 lápidas, aunque en realidad se cree que las personas enterradas podrían ascender a 100.000.


    Cementerio Judío

    La visita dura aproximadamente una horita.


    En cuanto al resto de Sinagogas, se hallan muy cerca las unas de las otras, por lo que se puede ir fácilmente a pie. Recordad que la entrada del Cementerio os sirve para ver las Sinagogas.

    Cabe destacar la Sinagoga Española, en mi opinión la más bonita de todas, y dónde no pueden hacerse fotos, y la Sinagoga Vieja - Nueva, que es la más antigua no sólo de Praga, sinó de Europa. Cuidado, porque para ésta última sinagoga sí que hay que pagar una entrada aparte.

    El resto de Sinagogas son la Sinagoga Alta, la Sinagoga Klausen y la Sinagoga Maisel. De todos modos, la visita es rápida en cada una de ellas. Los horarios son los mismos que los del Cementerio Judío.

    Como todavía nos quedaba algo de tiempo, y quisimos aprovecharlo al máximo para las visitas que nos quedaban, creimos conveniente visitar Clementinum.

    No diría que Clementinum debe ser una visita obligatoria en Praga, pero os la recomiendo si tenéis algo de tiempo y si os gusta la historia. De hecho, no es más que un conjunto de edificios históricos, aunque su valor viene de lo que contienen.

    La visita a Clementinum es necesariamente guiada, y se realiza más o menos cada hora hasta las 17h. El precio es de 220 CZK

    Hay varias zonas de esta visita que os llamaran mucho la atención:


    • La sala de los espejos: también famosa porque contiene un órgano que tocó Mozart, nos llamó la atención el que hubiera espejos en todos lados e incluído en el techo. 

    La Sala de los Espejos

    • La biblioteca barroca: en mi opinión, la parte más bontia de Clementinum. La biblioteca es realmente antigua y aunque, por razones obvias no se puede entrar, se puede ver y fotografiar desde fuera. Me recordaba a esas bibliotecas propias de las películas antiguas. 
    La biblioteca barroca

    La biblioteca barroca
    • La Torre astronómica: como fanática de los miradores, me encantó también la Torre. Pero debemos tener en cuenta que, su importancia viene por ser el lugar dónde numerosos científicos realizaron observaciones astronómicas. Por ello, podéis ver también un sinfín de objetos que utilizaron los científicos durante su estudio. 

    Vistas desde la Torre Astronómica


    Cómo traca final, visitamos el Museo de Tortura Medieval de Praga, situado al lado del Puente Carlos. No tiene pérdida, porque está muy bien señalizado. En mi opinión, es recomendable ir si no habéis visitado algún otro museo del estilo, ya que es mas de lo mismo: sillas con pinchos escalofríantes, el Garrote Vil, etc.

    Museo de la Tortura
     
    El local es cutre a más no poder, aunque reconozco que los instrumentos que conservaban distribuidos en varias plantas eran muy curiosos. Al final, me gustó. Aquí está prohibido tirar fotos, aunque como nadie controla, nos permitimos tirar unas cuantas.

    Y así es cómo acabamos este día de intensas visitas culturales. Rematamos la jornada paseando por las calles de la zona vieja, y visitando las tiendas de souvenires antes de cenar en un Mc Donalds (adoramos la Big Mac....). Por cierto, que si queréis comprar algún souvenir típico de Praga, debéis saber que las marionetas, junto con el cristal de bohemia, son el souvenir por excelencia de la capital checa.


    Marionetas

    Sábado, 16 de agosto de 2014.


    Hoy íbamos a hacer una excursión que despertaría mi interés en saber más sobre el Holocausto. Os puedo decir, que la visita al Campo de Concentración de Terezín sería una de las mejores cosas que hice durante nuestra estancia en Praga.

    El nombre de Terezín viene por la Emperatriz Maria Teresa, de quién aprendimos mucho en Viena, de forma que se fundó en el siglo XVIII cómo una fortaleza llamada Theresienstadt.

    No habíamos contratado ninguna excursión desde España, pensando que en Praga serían más baratas. Contrariamente a lo que pensamos, resultaron ser más caras, así que prácticamente a última hora compramos la excursión online por 35 €/persona en esta web. Totalmente recomendable.

    Salimos a las 09 de la mañana desde la Plaza de la Libertad de Praga y tomamos un autobús durante cerca de una hora. Los paisajes de coliflor, nos llamaron la atención.

    Nuestro guía, de habla hispana, nos llevó en primer lugar a la Fortaleza Mayor, que no es más que un gran edificio que se usó para albergar a niños y adolescentes. En la actualidad, es un Museo que conserva gran parte de objetos de valor incalculable, entre los que encontramos cartas, maletas y fotografías.

    Dibujos de Helga Weissová durante el Holocausto
    El guía nos explicó cómo se distribuía la ciudad de forma que los nazis podían controlar la totalidad de las calles, y que cualquier preso podría ser visto desde muchos puntos si intentaba escapar. De la misma forma,. nos explicó cómo los nazis consiguieron engañar a todo el mundo, incluso a los vecinos de Terezín que no sabían lo que en realidad se estaba llevando a cabo en el campo. Cuentan cómo un médico que visitó las instalaciones finalizó su visita creyendo en las maravillosas condiciones de vida en las que vivían los judíos en el campo. De hecho, los nazis tuvieron seis meses para preparar su visita, tiempo que aprovecharon para construir jardines, plazas, baños en condiciones que jamás serían usados, entre otras cosas.

    Nos llamó mucho la atención una pared repleta de dibujos. Todos pertenecían a una niña llamada Helga Weissová, que relató su estancia en distintos campos de concentración mediante una serie de dibujos. Los mismos, fueron entregados a su tío quién los escondió tras una pared. La niña, sobrevivió al Holocausto.

     Creo que todo el grupo de españoles, salimos abrumados de la Fortaleza.

    Dimos un paseo con el guía por el pequeñito pueblo de Terezín. En los alrededores del Museo, había casas, pero no había tiendas ni bares y, en gran medida, nos pareció un pueblo fantasma.

    Tomamos el autobús de nuevo y en unos minutos nos plantamos ante la Pequeña Fortaleza, que es el Campo de Concentración propiamente hablando, y que constituye quizás, la parte de la visita más emotiva. La entrada hablaba por sí sola y nos avisaba de lo que habría dentro, puesto que la entrada era un cementerio enorme con la Estrella de David y una Cruz cristiana que dividía el cementerio común.


    Estrella de David en el Cementerio de Terezín

    Cruz en el Cementerio de Terezín


     En realidad, y a pesar de las lápidas, aquí hay enterrados muchísimos más cuerpos cuya identidad se desconoce.


    Entrada al Campo de Concentración
    Debéís saber que Terezín no fue un campo de exterminio, sinó un campo de trabajo. Por esta razón, aquí no hay ninguna cámara de gas y las que hubo en los Campos de exterminio fueron, en su mayoría, destruídas por los nazis conforme las tropas aliadas iban avanzando.

    Se cree que a este campo fueron trasladados 144.000 judíos. A éstos hay que sumarle cientos de personas que no eran judíos, sinó rusos o gitanos. La cuarta parte de estas personas murió de hambre y a causa de enfermedades (en especial, de tifus). En su mayoría, los deportados serían trasladados a Auswichtz, que sí fue un campo de exterminio. Tras su liberación, apenas se encontraron aquí a 13.000 personas.

    Su entrada, característica de todos los campos nazis, nos ponía de manifiesto ese famoso lema, sarcástico, que significa "el trabajo te hace libre".

    El guía nos enseñó las instalaciones del campo. Nos llamaron la atención esos baños impolutos que los nazis construyeron para que los médicos que visitaban las instalaciones, se marcharan con el convencimiento de que el centro cumplía un mínimo de salubridad. Como os he dicho, estos baños jamás fueron usados y, en contraposición, los judíos tenían que duñarse en esas conocidas duchas comunes que duraban cinco minutos.



    Duchas de Terezín

    Las habitaciones, también dejaban mucho que desear...esas literas de madera que eran un lujo comparadas con otros hábitaculos. De hecho, dentro del Campo, existían unas cámaras extremadamente oscuras y pequeñas dónde eran recluídos algunos judíos y rusos. La aglomeración era tal, que a los presos les resultaba imposible sentarse, por lo que debían dormir de pie. Había un pequeño agujero por el que pasaba el aire, y los presos solían turnarse danzano en círculo hasta llegar al agujero, con el fin de coger algo de oxígeno.


    Habitación de las mujeres de Terezín

    En efecto, todos los que componíamos el grupo, caminábamos prácticamente en silencio por el Campo, con el corazón encogido.



    Campo de Concentración de Terezín



    Acabamos recorriendo un túnel de 1 km, por el que pasaban los reclusos, y llegamos a la pared de fusilamiento. Vimos el recorrido que hacían los presos hasta llegar a dicha pared, que no es otro que aquel que transcurre por delante de las casas de los oficiales nazis. En pocas palabras, los presos podían ver a las hijas de los generales bañarse en sus piscinas, antes de ser asesinados. Como muestra de su frialdad, también pudimos ver una horca.


    Horca de Terezín

    Estatua en honor a los recluídos


    El campo fue liberado por el Ejército Rojo el 09 de mayo de 1945.


    Recorrimos de nuevo los 65 KM que separan Terezín de Praga. En Praga llovía y hacia frío y como teníamos hambre, fuimos a comer, de nuevo al japonés del Centro Palladium, con la salvedad de que esta vez nos decantamos por la comida que recorría la cinta giratoria.

    Y cómo finalmente salió el Sol, volvimos a la calle. Esta vez visitamos un mercadillo al que os aconsejo muchísimo ir: El mercado Havelská. Más que nada, porque resultó que aquí encontramos los souvenires (incluidos marionetas) más baratos. Está situado en el corazón del casco antiguo y está abierto hasta las 18h, todos los días de la semana.


    Mercado de Havelská

    Souvenires del mercado de Havelská


    Aqui adquirí una bruja de esas que ríen cuando haces palmas. Me encantan. Recorrimos la calle hacia abajo, hasta dar a una terracita en la cafetería Jewel, dónde nos tomamos un café y finalmente, decidimos ir a un lugar que poca gente conoce y que apenas se nombra en las guías. ¡¡Atención a los amantes del billar!! El Billard Centrum es el salón de billar más grande que he visto en toda mi vida.

    Situado en la calle V Cípu, en el distrito de Praga 1, y cerca de la Avenida Václavské Námestí, dimos con esta joya. Nos costó un poco encontrarlo, en especial porque esta calle es muy pequeña, y parecía más bien un callejón propio del Bronx. El local no tenía ningún tipo de rótulo, y en cuanto a la entrada, parecía ser más bien la puerta trasera de algún local. Por un momento pensamos que el local estaba cerrado, pero para nuestra fortuna no fue así.

    Al abrir la puerta, nos encontramos con un local enorme, dónde había multitud de billares. Para nuestra sorpresa, estaba prácticamente vacío.  El salón, probablemente, no ha sido reformado desde los años 80.


    Billares en la Calle V Cipu

    Aunque no os guste el billar, considero que esta visita es obligatoria, puesto que no sólo podéis jugar al billar: hay bolos, pin pon, ajedrez, cartas, dardos, etc.

    Los camareros son amables y, además, agradecimos mucho que se pudiera fumar. Somos muy aficionados al billar, así que estuvimos aquí muchísimo rato. Al fin y al cabo, esto también son vacaciones, ¿no?


    Domingo, 17 de agosto de 2014.


    Bueno, hoy era un día de despedidas. 

    Lo cierto es estábamos exhaustos, y necesitábamos volver a casa. Había sido un viaje bastante agotador  (hay que tener en cuenta que veníamos de pasar unos días en Viena) porque quisimos aprovechar el tiempo lo máximo posible, y eso nos obligó a ir, en cierto a modo, a tiro de escopeta. 


    La despedida

    Aún así, debo confesar que nos iríamos con una espinita clavada por no haber visitado el Monte Petrín, famoso por contener una Torre similar a la Torre Eiffel y que puede verse desde casi cualquier punto de la ciudad.

    Ya en el avión, tuve la ocasión de leer por última vez algo muy acertado acerca de Praga. Y aquí os la dejo, a modo de despedida.


    " Ciudad de judíos que escribian en alemán, de calles y palabras sin final alguno, de invasores insuficientemente extranjeros, o acaso no sea Praga una ciudad, una sinfonía ni la historia ni una vida en este libro; acaso sea simplemente una metáfora"



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